El museo de la minería, está situado en una de las áreas geográficas mas sugerentes del País Vasco, Gallarta. Este lugar ha sido duramente transformado por un periodo intenso de explotación minera. Hoy en día, podemos encontrar hornos de calcinación, líneas de ferrocarril, tranvías aéreos de transporte de mineral, planos inclinados y cargaderos todo ello fuera de uso.
ANTIGUO GALLARTA
El barrio de Gallarta se asentaba sobre un rico manto de mineral de hierro. Hacía 1956 se inició la expropiación forzosa con el desalojo de sus habitantes y el correspondiente derribo de sus viviendas, entre las que se encontraba la casa en la que había vivido Dolores Ibarruri, en la calle Peñucas. Se inició de esta manera la extracción intensiva del mineral en sus dos modalidades: mediante galerías subterráneas y a cielo abierto, tal como muestra esta maqueta. Esta maqueta, recientemente restaurada, es la original con la que la compañía Franco Belga presentó el proyecto de explotación. Años más tarde, un voluntario del museo, la complementó cubriendo la mina con la recreación del Gallarta Histórico a modo de cubierta móvil.
MINERALES
La actividad minera en los Montes de Triano se remonta a periodos remotos. Los romanos, y antes de ellos las comunidades locales, explotaban ya estos cotos ricos en mineral. De la superficie al subsuelo se han extraído una variedad de minerales de hierro de diferente ley férrica. Una actividad que a mediados del siglo XIX se intensificó con el descubrimiento del convertidor Bessemer (para la siderurgia) que requería minerales puros exentos de fósforo, como los encontrados en los Montes de Triano.
HERRAMIENTAS
El laboreo a cielo abierto se asemejaba más al trabajo de un cantero que al de un minero. Con estos picos, azadones y pesados mallos desmenuzaban los grandes bloques desprendidos de la roca madre mediante explosivos. Luego se recogían en estos cestos, de esparto o de castaño, para volcar su carga en las vagonetas.
MINEROS
Los mineros, como estos que posan en esta fotografía, trabajaban de sol a sol. Una jornada que, a finales del siglo XIX, se iniciaba a las cinco de la mañana y no concluía hasta el anochecer. También se puede apreciar en la fotografía a niños trabajando, por ese entonces, una práctica habitual. El trabajo se podía realizar de dos maneras: a jornal, que consistía en trabajar la jornada completa o a tarea, realizando una labor previamente fijada. Esta segunda opción permitía sacar tiempo para realizar otros trabajos suplementarios con una retribución suplementaria.